
Fue 2-0 ante una tibia Dinamarca (12-7 en un historial de 29 partidos), selección escandinava que lleva 43 años sin ganarle (con tres derrotas y cinco empates de por medio) y que poco hizo por romper el hechizo. Igual, la Naranja dio sus jugos. Sin fuegos de artificio, cierto. Aunque mostró su chapa. De Tiki Tiki, de mecánica, poquito. Fue como ese cómico famoso que se resbala en el verdín y se rompe el traste. Te hará reir igual y te irás satisfecho. Pero su guión histórico decía otra cosa… Los antecedentes jugaban –y goleaban- a favor de la selección de Bert van Marwijk que se había clasificado al Mundial con un año de antelación, tras ganarle el 6 de junio del 2009 a Islandia (2-1) en Reykjavik y para luego batir una gran marca en Eliminatorias: ocho jugados, ocho ganados. Encima, los juegos de preparación habían sido –salvo por la lesión de Robben, quien vio el partido sentadito de jugador en el banco- auspiciosos: cuatro victorias seguidas con diez goles a favor en los últimos dos encuentros. Holanda pisó Sudáfrica con ese afán de conquista que tuviese su hijo Jan van Riebeck en 1652, el navegante que tocó el sur del Continente Negro para quedarse, para anticipar al mundo y fundar su primera gran colonia. Dinamarca, todo lo contrario, llegaba a los ponchazos: derrota frente a Australia y ante el anfitrión. Resultado casi cantado. Pero el desempeño…
(Fuente: Olé)
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